"Estabamos rendidos de pie sobre la banquina, cuando pasó de largo el vigésimo tercer camión de la jornada. No me preocupaba la moto, tirada unos metros atrás: era descartable antes de que la robáramos. Lo que sí me tenía mal era el sol, que ahora pegaba fuerte, desde arriba, pero en dos horas lo haría de costado, y en otras dos horas seguro que se iba. Y nos iba a dejar solos, con la noche y el hambre a cuestas, al costado de esta ruta desolada de mierda."
miércoles, 13 de febrero de 2008
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