El miedo a cambiar puede ser el miedo al intercambio, a que te cambien por otro. Sala de partos, naves quemadas, cruzar puentes con la suerte echada. Una vez estaba en Lanús, llegué a Retiro, me dormí en algún punto y desperté en Villa Martelli. Mi mano tomó un teléfono público para pedir ayuda y salir de esa tierra extraña. El teléfono estaba en chino, pero lo más raro era mi mano. ¿Era mi mano?
jueves, 19 de julio de 2007
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2 comentarios:
cuando uno lee textos como el anterior sabe que ya el resto del día será cuesta abajo.
las manos siempre vienen con instrucciones en tailandés, fíjese en el dorso!
ahí se ven!
qué increíble reflexión, me iluminó la noche ese estilo ecléctico tan distintivo. Borges meets La Renga
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