Huí a cubierta. Sentéme en popa a escuchar música, fumar, despedirme. Con cada canción y cada pitada me arrancaba las añoranzas de a jirones y las tiraba por la borda, al vacío. Acaso el río cargue demasiada nostalgia ya, porque en lugar de hundirse entre lágrimas marrón plateado, las añoranzas volvían. "Vas a tener que cargarnos un tiempo más", susurraban y se metían en mi mochila.
jueves, 17 de enero de 2008
Las añoranzas y el río
Enunciado por Faco a las 14:55
Etiquetas: Crónicas del viaje en busca de los fuegos
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