sábado, 14 de julio de 2007

Cigarrillos, pastillas y alcohol. Era la idea, al menos. Porque la impostura de esa vida es atractiva, vende. Pero no: pastillas y café con leche. Congestión. Alienación laboral y pastillas. Cansancio. Café con leche y masas de vieja, flema. La radio, las lecturas. El cuerpo que finalmente cae rendido sobre las sábanas.

Se hace todo lo que se puede, pero no se puede todo.

1 comentario:

m dijo...

Las sábanas y el café con leche, dan sensación de calorcito y curación que, descartando los sufrimientos de la enfermedad, suele ser atractivo también.
Quiero decir, eso al menos se puede disfrutar. El cuidado ante la enfermedad a veces compenas los descuidos de la vida diaria, el lado positivo de la enfermedad.