domingo, 30 de diciembre de 2007

Salto de fé

Tomamos el tren ida y vuelta hacia el fin del mundo. Siete u ocho estaciones mirando el paisaje y las paredes repletas de grafittis por la ventana. A la vuelta, cuando todo pasaba, en un estacionamiento de vagones lo ví: "Si vos saltás, yo salto." Miraste como lo anotaba.
Me voy a saltar.

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La vida es sueño

Creo que todo está dicho ya y nada decimos. Que el mejor guionista es el de arriba; nosotros, meros escribas, traducimos y pasamos en limpio. Cuando la vida te supera y el amor te pasa por arriba, cuando ni la palabra misma alcanza para explicar lo que no se explica, lo mejor es llamarse a silencio. Pero no, somos palabra y cometemos la imprudencia de escribir, como antes caemos en la audacia de vivir esta vida de ensueño. Hoy iré a dormir sin que me pellizquen; mañana al despertar habrá pasado todo. Que ésta tarde quede como el mejor de los sueños, y nadie nos la podrá sacar. Sea.


te quiero. Y más también.

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La nieve/2

para ella.

Besos de nieve
Amnesia de mañanas
La vida es sueño

Cuando llegue el fin
lo vivido y amado,
será eterno.

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sábado, 29 de diciembre de 2007

Tengo una tierra vasta y un barro infinito. Tengo dos eternos soles que la iluminan. Uno es más viejo y da vida al tiempo y con el tiempo se irá. El otro tiene meses y años inciertos y da vida a la vida misma. Alumbra millones de pequeños y hermosos momentos que no acaban jamás. Una pequeña vida y una pequeña muerte en cada uno.

Bajo su vera cantan los pájaros que me arropan el despertar. Canto colorido que me eleva incluso cuando me entierro.
Lunas tengo sólo una. Acaso nos preceda y sobreviva a todos. Bajo su luz prestada nos embriagamos, enloquecemos, bailamos, nos sanamos con palabras, nos odiamos, nos amamos. Y nos matamos, para revivir al día siguiente y seguir girando, mis soles y yo.

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viernes, 28 de diciembre de 2007

Haiku - Abrazo de sol

a ella.
Abrazos de sol
hermosos despertares
el invierno cae.

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miércoles, 26 de diciembre de 2007

Navidades blancas

La vida es sueño. Somos sueño. Anoche, como estoy cansado, me acosté en un sillón a las 12.30 y me levantaron para cargarme en el auto 2.30. Anoche viajé en trance onírico, semi-consciente desde Lanús hasta Florida, a través de todos los baches del universo, a bordo de un Gol destartalado. Anoche, mi estado lamentable me impidió ir a una fiesta y a las 3.30 me tiré en la cama a descansar un rato.
Anoche soñé con vos. Como Nastenka en el libro que me regalaste -y, en otra clara injusticia, no leí aún y acaso no lea nunca para no perderte del todo-, venías a rescatarme. Anoche, después de semanas de encontrar tu cara en todos lados, pasé la navidad más hermosa con vos, y no sé si pueda revivirla o narrarla.
Anoche también te dejé ir. Desperté una hora después, arropado con añoranza y soledad, y me faltaban algunos abrazos. Me fui a dormir triste y vacío, pero sabiendo que el sueño quedará. Porque somos palabra y somos sueño. Todo lo que compartimos estos meses seguirá en el aire por mucho que intentemos borrarlo con el codo del olvido. Y al final, nadie nos quitará lo bailado.

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domingo, 23 de diciembre de 2007

So tired

Si La vida es sueño, yo tengo muchísima vida. Despierto pasado el alba, a las 6 mis crepusculares perros empiezan a ladrar y los rayos solares me asaltan las retinas muy a pesar de mis deseos y mi endeble cortinado. Por mucho que me aferre con uñas y dientes a la almohada y al sueño, no hay caso: me pega una patada en el tujez y arriba. La cabeza pesa y por donde ande me ando cayendo. Me duermo en el transporte público, a las 5 de la tarde; en un bar a las 2 de la mañana. Tengo: cansancion de fin de año; un laburo que me quema el cerebro; una cama que me rechaza por mucho afecto que le profese; una cabeza que no me deja en paz; una mujer que acaso nunca tuve ni tendré, pero que se niega a dejar de revolotearme la (in)consciencia. Y una vértebra que, la muy jodida, está corrida y con el nervio expuesto. Duele hasta cuando la soplan. Mucho cansa el peso sobre la propia espalda cuando uno no puede ni apoyarse a sí mismo para descansar. Tal vez sea hora de empezar a cambiar muchas de éstas cosas. Y empezar a dormir de coté.

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sábado, 22 de diciembre de 2007

De la ventolera/3


No pregunten cómo, sólo digamos que recuperé la versión original:

"Cuando el mundo termine
las palabras por el viento
arriadas
volverán en huracán y ventolera
para levantarnos a todos
que, hechos polvo, bailaremos
y flotaremos como locos
por siempre hasta que termine
y para volver cuando todo
haya pasado"

Gracias

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jueves, 13 de diciembre de 2007

Los nenes de la reunión

En el fondo del salón grande y de paredes blancas, sentados sobre las gradas de madera, se veía de lejos que nada tenían que hacer ahí. Pero ahí estaban, seguro arrastrados por sus respectivos progenitores, soportando el aburrimiento de una reunión de grandes. Él tendría unos diez años, ropas de pibe canchero y algo demasiado hosco, demasiado oscuro para un nene. Hermosa, rubia, cachetona, ella andaría por los siete. Mientras el resto del universo andaba en quién sabe qué trivialidades, yo los observaba: la nena, por esas cosas que no se explican, buscaba con su cara angelical el ángulo para besarlo. Él, por esas razones que no se entienden, se retobaba, corría la cabeza, volvía a mirar la pared y el infinito. Ella fruncía los labios, no se rendía; él ponía el hombro, la sacaba con el codo, le pegaba un cabezazo. Una madre cercana intervino sin prestarles demasiada atención, los retó al azar, y siguió en lo suyo. La nena se quedó cabizbaja y acaso recibiera otro golpe cuando lo tomó del brazo. La reunión moría, aplausos y movimiento mientras una gota agridulce diluye la pintura de la madera. Quise decirles algo pero me fui a paso ligero, pensando en que a veces nada tenemos que hacer, en este salón grande y de paredes desconocidas.

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miércoles, 12 de diciembre de 2007

La ventolera/2

Cuando todo haya pasado y el final sea un hecho, las palabras que arrojamos al viento volverán en forma de huracán. Nosotros seremos polvo y la ventolera nos levantará para bailar como locos para siempre.
Cuando venga el final sólo quedarán las palabras al viento y los abrazos. Porque es lo que cuenta y porque nadie nunca nos quitará lo bailado.

Paráfrasis del original, que acaso nunca vea, pues está escrito en la misma página que La Ventolera del Libro de los Abrazos de verdad, la copia que le di a ella como regalo de despedida.

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La ventolera

Silba el viento dentro de mí.
Estoy desnudo. Dueño de nada, dueño de nadie, ni siquiera dueño de mis certezas, soy mi cara en el viento, a contraviento, y soy el viento que me golpea la cara.

Eduardo Galeano, El Libro de los Abrazos.

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Galeano tenía razón

Quisimos, tarde y en vano, matarnos. Terminamos dando vida. Cuando te vi de nuevo pensé que nada importaba ya. Nunca más importó otra cosa. Descalzo sobre el empedrado, meciéndonos en el agua del dique, de cara al otro sol. O con Febo arriba nuestro, el pasto de la plaza y el gamulán abajo. Y en la nieve a la que no fuimos. Dos, una que no quería ser y eramos uno. Te veía venir lento, mientras me caía adentro tuyo, y me rescataste. Tibios de luz propia, los abrazos eran eternos. Vivimos otra vida y otro siglo en cada uno. Pensaba que no, que no te iba a poder soltar, que no te iba a dejar ir, y que me moría un poco cada vez que terminaba. Pero volvía a la vida cuanto te miraba o al tercer día, cuando nos volvemos a encontrar. Y teníamos razón, todos. Nos dimos el último siglo de vida, bajo el último eclipse de nuestro sol. Fue la pequeña gran muerte y fue la última. No he resucitado desde entonces.

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martes, 11 de diciembre de 2007

De lo que fue y no debía ser/1

Éramos palabra. Te sentía lejos. A veces estiraba los brazos por kilómetros y te tocaba apenas, con la yema de los dedos. Dormí otras tantas, con mis codos en los tuyos. Cruzamos miradas eléctricas y silenciosas al vernos, café con leche de por medio cuando más lejos estábamos. Vos me preguntabas y nunca supe qué responderte. No sé qué estaba pensando. No sé qué estaba haciendo. Sólo sé que de a ratos te miraba a los ojos y me perdía. Caía y caía por kilómetros y nunca tocaba fondo. Vos me rescatabas, porque debía irme o vos tenías cosas para hacer y uno no puede quedarse cayendo toda la vida, por muy hermosos que sean los ojos por los cuales se cae y por mucho que me hamaques con la mirada.

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La pequeña muerte

No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele. Pequeña muerte llaman, en Francia, a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la llaman, pero muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.
Eduardo Galeano, El Libro de los Abrazos

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Mairal sobre los pedacitos.

Quiero describir cosas así sin que sean funcionales a nada. Estoy cansado de que las imágenes o las escenas tengan que encontrar un lugar en una novela alguna vez, que tengan que formar parte de una trama para existir. Por eso escribo poesía quizá. Porque no le encuentro un hilo narrativo a la vida. No sé qué quiere decir toda esta sucesión de imágenes y sueños, este desorden repleto de caras y palabras. De hecho no creo que quiera decir nada más que lo que es.
Pedro Mairal
en El Señor de Abajo

Un pequeño hombre con algunos pequeños cuadernos llenos de pequeñas pelotudeces no puede más que coincidir. Hoy no sé qué quiere decir nada, porque acaso nada signifique nada.

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Doblete para ella

Mi Calandria huyó
Oigo cantar y sonrío
Inolvidable.
Recuérdote, Sol,
Abrazados eternos.
Seremos vida.

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sábado, 1 de diciembre de 2007

En Florida nieva más en verano

Danza a contraluz
Cálido Caos de Sol
La nieve espera.

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