lunes, 13 de agosto de 2007

Mi vieja mula

Cuando había barrios, como los de antes, teníamos alguna esperanza. Hoy no. Aparte de la seguridad, el mate en los umbrales, los picados callejeros y los torneos de bochas, perdimos lo mejor. El barrio era un semillero de guerrilla urbana, pariendo soldados, estrategas, generales, cronistas, caballeros en bicicleta. A menos que aprendamos a subvertir por internet con el counter, estamos condenados.

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